lunes, 28 de noviembre de 2016

Viviana Ramos
Paulina Lores

El Impresionismo

El Impresionismo se puede considerar como el primer movimiento distintivamente moderno en la pintura. Comenzó en París, en 1860, y su influencia se esparció por Europa y eventualmente llegó a Estados Unidos. Los artistas que incitaron la creación de este movimiento rechazaban las exhibiciones oficiales, sancionadas por el gobierno, o salones de arte, y constantemente sufrieron un rechazo por las academias e instituciones más poderosas de arte. 
Era darle la espalda a los detalles y lograr un acabado limpio que la mayoría de los artistas de esa época buscaban, los impresionistas se enfocaban más en capturar la reacción emocional y efímera de una escena. El impresionismo capturaba un momento y se enfocaba en lo que sentían los artistas. Para lograr este efecto, muchos Impresionistas salieron de los estudios a las calles y al campo. 
El Impresionismo fue un estilo representativo del arte, que no necesariamente dependía de una transmisión realista. El pensamiento científico de esa época empezó a reconocer que lo que los ojos perciben y lo que la mente entiende son dos cosas totalmente distintas. Los impresionistas buscaban capturar los efectos ópticos de la luz para transmitir el pasaje del tiempo, cambios en clima y otro tipos de cambios atmosféricos en sus lienzos. 
Los impresionistas suavizaron sus pinceladas y sus paletas de colore para incluir colores puros e intensos. Abandonaron la perspectiva lineal tradicional y evitaron la claridad de forma que previamente había servido para distinguir los elementos más importantes de una pintura a elementos menos importantes. Por esta razón, muchos críticos vieron fallas en el impresionismo, por su apariencia casi sin terminar y la calidad aparentemente amateur de las pinturas. 
El impresionismo registró los efectos de la renovación masiva a mediados del siglo XIX, en París, encabezado por el ingeniero civil Georges- Eugène Haussmann, la cual incluía el ferrocarril y las estaciones respectivas, que se acababan de construir; amplios decorados en los bulevares que remplazaron las calles angostas y congestionadas, así como grandes lujuriosos edificios de apartamentos. Generalmente enfocándose en la lujuria pública – especialmente cafeterías y cabarets – los impresionistas expresaban la alienación que sentían siendo habitantes de la primera metrópolis moderna. 
A finales de 1880, un grupo de artistas quiso romper con el naturalismo del Impresionismo y expresar emociones en vez de simplemente contorsionar la realidad, concentrándose en temas que trataban con un simbolismo profundo. Por el uso de colores más simples y formas más definidas, su arte fue caracterizado por una estética renovada, tanto como tendencias más abstractas. Entre esta generación de artistas que estaban respondiendo al Impresionismo y estaban Paul Gauguin (1848-1903), Georges Seurat (1859-1891), Vincent van Gogh (1853 –1890), y Paul Cézanne (1839, 1906). 
Estos artistas siguieron distintos caminos estilísticos en búsqueda de logros de autenticidad intelectual y artística. Trabajando independientemente, se conocen como los pos-impresionistas, aunque ellos no se vieron como parte del movimiento en aquellos tiempos. Un crítico y artista, Roger Fry (1866-1934), los categorizó como los “pos-impresionistas”, un término que presento en su exhibición Manet and the Post- Impressionists ,que se instaló en las Galerías Grafton, en Londres, en 1910. 

Bibliografía:

The Art Story privacy policy. (n.d.). Impressionism Movement, Artists and Major 
Works. Retrieved October 25, 2016, from http://www.theartstory.org/movement- impressionism.htm 

Voorhies, A. J. (n.d.). Post-Impressionism | Essay | Heilbrunn Timeline of Art History | The Metropolitan Museum of Art. Retrieved October 25, 2016, from http:// metmuseum.org/toah/hd/poim/hd_poim.htm 

lunes, 7 de noviembre de 2016


Kaori Hayama
Museo Memoria y Tolerancia
“Nunca más. Una vez más nunca más.”

En un país como México, en el que 4 de cada 10 personas afirma que no permitiría que un homosexual, indígena o extranjero viviera en su casa, la promoción del respeto y reconocimiento al otro resulta fundamental. Por ello, en 2010 surge el Museo de Memoria y Tolerancia, cuya misión es crear consciencia a través de la memoria histórica, para fomentar los valores de la tolerancia y el respeto en la sociedad mexicana.
“Buscamos difundir la importancia de la tolerancia, la no violencia y los Derechos Humanos; crear conciencia a través de la memoria histórica, particularmente a partir de los genocidios y otros crímenes; alertar sobre el peligro de la indiferencia, la discriminación y la violencia para crear responsabilidad, respeto y conciencia en cada individuo que derive en la acción social”, menciona el sitio web del museo. 
A las 10 de la mañana del 29 de septiembre, nos encontrábamos en la entrada de un edificio gris en una de las calles más transitadas del Centro Histórico de la  ciudad. Tras una breve plática sobre la importancia de la tolerancia y el respeto hacia los demás, comenzamos la visita guiada a través de las 7 salas del museo. 
El museo se divide en dos partes: la primera, de Memoria, recuerda los mayores genocidios que han sucedido en la historia de la humanidad. De acuerdo con la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, el genocidio es “la matanza, la lesión grave a la integridad física o mental, el sometimiento a condiciones que lleven a la destrucción física, la aplicación de medidas destinadas a impedir nacimientos o el traslado por fuerza de niños de un grupo a otro, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal” (ONU, 2014). La segunda parte, de Tolerancia, busca crear conciencia sobre cómo estos problemas nos afectan en nuestras comunidades, y cuáles son las maneras de evitarlos. 
El recorrido comienza en el último piso, para ir bajando. El inicio es una cámara obscura, con imágenes y explicaciones sobre lo que es el genocidio. Los acontecimientos que se discuten en este museo son: el Holocausto, Darfur, Camboya, Ex Yugoslavia, Guatemala, el genocidio armenio y Ruanda. Finalmente, la última sala habla sobre la tolerancia, los estereotipos y prejuicios, y la discriminación en nuestro país.
Por medio de videos, imágenes, textos y actividades, el guía nos transporta a través del edificio, y nos invita a reflexionar sobre las causas y consecuencias de estos atroces eventos. Personalmente, me pareció muy interesante la museografía del lugar, ya que el montaje de cada una de las salas es único, y nos permite observar y explorar sus partes con facilidad y entusiasmo. 
En la primera sala del recorrido se nos da una introducción al tema de los genocidios, y se prosigue a hablar del holocausto judío, con seis estaciones, las cuales muestran una perspectiva histórica y reflexiva de los hechos, comenzando con la época de la pre-guerra, y culminando con las consecuencias de este evento. Las siguientes salas están dedicadas a otros genocidios. Una vez que se han revisado estas grandes tragedias, se da la transición de la memoria a la tolerancia.
Si bien es cierto que la mayor parte de las salas de este museo están dedicadas al Holocausto, la visita también nos permitió aprender un poco más sobre otros eventos de los cuales no conocíamos mucho. Sin embargo, el museo sólo nos da una introducción a estos sucesos, por lo que es necesario investigar por nuestra cuenta para poder aprender más.
Los momentos que estamos viviendo en la actualidad del país no son fáciles. Se trata de una situación muy compleja que debemos comprender desde todos los ángulos posibles, la tolerancia es uno de ellos. Mientras nosotros no respetemos las diferencias y las características del otro nunca vamos a llegar a un estado de entendimiento que nos permita convivir como iguales.